jueves, abril 22, 2004

Alegoría

¡Es una mujer bella y de altiva garganta
que deja en el vino arrastrar sus cabellos!
Del antro los venenos, del amor la pezuña
resbalan y se liman en su cuerpo marmóreo.
Se ríe de la Muerte y del Libertinaje,
monstruos cuya mano que desgarra y destruye,
respeta sin embargo en sus terribles juegos
la ruda majestad de ese cuerpo tan firme.
Cual sultana descansa, camina como diosa;
en el placer profesa una fe mahometana.
Y a sus brazos abiertos que sus dos senos colman
atrae con su mirar a los seres humanos.
Cree, y sin duda sabe la virgen infecunda
pero tan necesaria a la marcha del mundo,
que la hermosura del cuerpo es don sublime
que logra por sí solo el perdón de la infamia.
Ignora el Infierno igual que el Purgatorio
y al llegarle la hora de entregarse a la Noche
contemplará serena el rostro de la Muerte,
como un recién nacido -¡sin pesar y sin odio!

charles baudelaire

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