jueves, abril 22, 2010

Una pasión tan obscena
no desembocaría jamás en otro,
si nuestros rasgos
fueran aún infantiles.

Madurar, estar listo,
es saberse un animal educado
y abandonar por completo
toda esa palabrería.

Madurar..
es ver las piernas de tu poseído
y no desear otra cosa
que violentar su núcleo.

Madurar es el retorno animal,
su goce, su disfrute,
volver a sentirnos la piel
justo cuando estamos dentro de otro.

Madurar, es probar poco a poco
la putrefacción que nos aniquilará indiscutiblemente,
convertidos en fieles amantes de esos momentáneos decesos,
rindiendo orgullosos pleitesía a la malicia.

martes, abril 20, 2010

Se filtran por mis ojos
las visiones de miedos ajenos,
me sacudo la cabeza,
para que se caigan junto a mis cabellos,
deslizándolos con ira hasta las puntas.

Intangible cueva del mal disfrazado,
con cruces de oro y mensajeros vestidos de plata,
símbolos rectos ungidos en miel de Orden,
tétrico choque nasal de oro y azufre;
en vísperas del abismo todos desean caer,
pero yo voy a arrojarme!
Orgasmo lunar
inconcebible en la tierra,
de tanto buscar
perdieron los ojos su original brillo,
simios celosos, vulnerables en similitud,
gitanos del tiempo
aunque se sueñen sedentarios,
aguja misteriosa enterrada al corazón,
invisible percepción efímera
que nos permite creer
que aún somos los agredidos.

Confusión delirante
a la que nos hemos entregado,
para llevarnos oculto nuestro placer
por avanzar en círculos,
amantes discretos del radio,
por desconocer aún nuestro punto de partida.
Alabemos y recemos siempre al diámetro.

Oda a mi riñón

órgano aún invaluable que aplasta a los demás,
chirrido de miedo que desconoce al destino,
gusto del ocio malsano, cobrador de vida.

Vírgen de fuego que merodea a su hijo,
curso mortal que escapatoria no tiene, ni tendría.
Gusano quemado, no quemador,
que yace por donde alguna vez
adelantó el paso arrastrándose.

Jugo de vida que se exprimió por completo,
invitado, obligado a invitar,
víctima igual que yo.
EL ABAD

Santidad petrificada,
pedofilia no alcanzada,
Abad muerto, sátiro indigente
cazador de pureza valorada por su deseo,
atrio sin base que flota solo de fe.
Gigante emporio
de donde el Ser fue expulsado.
Ensalzador de sensaciones,
el culpable de la uniformidad en las plegarias;
inocencia exaltada
que axioma es, de su maldad.

Será algún día nuestra náusea,
la que nos incite a un lavado estomacal?,
pues, no somos acaso,
exaltadores de nuestras propias circunstancias,
y así, nuestros propios pederastas?,
penetrando nuestras santidades,
brillos (dioses) y romances (tiempo),
incluso permitiendo a otros
ser objeto de su pederastía.

Jerarquizaron y jerarquizamos axiológicamente
nuestra espiritualidad,
infames espejos todos,
que permanecen ahí, quietos,
mientras nos observamos en La enfermedad.
HUMANO

Cansado y frágil,
como una hoja sin olor,
consciente víctima de luz artificial,
algún día jugaremos de nuevo
sólo con nuestras extremidades?,
extraño nuestras fuerzas...
cuando no eran incitadas por competencias,
extraño nuestras matrices...
cuando lo que concebían no era miedo a la muerte,
extraños nuestras ideas...
cuando eran nuestras y no de todos,
extraño nuestros dedos...
cuando sostenían cabezas y escribían al mismo tiempo,
extraño nuestras letras...
cuando no hablaban de alguien más,
extraño lo que entendí alguna vez por Humano...
cuando imaginé que podía vivirlo.

miércoles, abril 14, 2010

Oh, muela final del destino
no nos separes después de ti,
que mientras nos tuvimos
representantes fuimos de La intensidad,
no eran ya, nuestros cuerpos parloteando
sino sus colores moviéndose a ritmo de sus oscuros;
perenne vaivén sensacional,
que quiero compartir con él y nadie más,
déjanos quedarnos
bajo el manto del romántico maya espectral,
abandonarme por completo en él
sorda, sino para quejiditos de sus órganos
al despertar.

Pequeñas ventanas que sólo él abre para mí,
invitándome a su distancia,
flojo paladar, grato en acordes multiformes,
mar de escalofríos victorioso.

Nos hemos jugado los cabellos en la boca
para que la guillotina tácita del amor
no mate lo fantástico en la ambigüedad,
que si algún día el sol nos hace frio
la inminencia del abandono nos sumerja en su inmensidad,
y convertidos en un mismo sólido
la Luna nos abrace como a sus hijos,
se vuelvan Los extremos nuestros amigos,
y culmine nuestro cuerpo andando sobre su espalda
siendo nuestros pies los que se despidan.