Nada semejante
como forcejear débil entre tus brazos,
acomodarme en ti a ojo cerrado
mientras el sueño se queda,
las caricias que vuelcas sobre mi
aún dormido
me devuelven dulcemente a la vigilia.
Estás conmigo.
La impresión del desvelo
se diluye sin el menor problema,
el cansancio se vuelve nada
cuando la voluntad se ha plantado en el lugar.
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