Haberte sometido a mi voluntad
me cuesta ahora los labios hinchados
y que una sonrisa incontrolable
me salga al paso cuando pienso en ti.
Esclavo de mis ganas de adorarte,
de tenerte y estrujarte,
soportando caricias aún dormido,
te comportaste como todo un sometido.
Otra noche semejante a esa
y ni tú ni yo, viviríamos para contarlo,
pasar juntos otra luna en el reino,
me incita a perder la mínima compasión.
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