miércoles, enero 12, 2011

La desmitificación de la dominación del miedo

Cuando un animal nos parece sumamente hermoso, estamos
hablando al mismo tiempo sobre su dominación, o amaestramiento. Es decir, al ver
a un león por televisión, detenidamente, se nos aparece majestuoso, imponente, de
hermosos cabellos, como símbolo de fortaleza y poder, etc.
Pero al ver un león, en su hábitat, nos parece,
por la mayoría de las características anteriores, terrorífico.

Así en el circo, el hombre se encuentra dominando a la bestia que podría rebelarse en
cualquier momento. Es decir, dominando al miedo. Miedo a qué?, a que la bestia
se rebele, pues muy dentro es ese nuestro deseo, por más que nos aferremos
a vernos como el domador, queremos estar dentro de los zapatos que pisen suelo más duro.
Todos queremos lo mismo: Vencer, y nuestras ideas se debaten porque nos
forzamos a ubicarnos al extremo de un borde, cuando no hay división alguna.
Si el domador sale ileso del espectáculo, todo pierde su exaltación, nos pensamos
como si lo hubiésemos sabido, y esperamos que el acto siguiente nos lleve a la emoción.
Pero si el domador se convirtiera en víctima de la bestia, con rostros de horror
saldríamos corriendo, y en nuestras mentes nos perseguiría lo que pensamos
ya advertíamos: con la naturaleza no se juega.

El domador vive aún, aunque nadie hable de él después de haber visto la función,
aunque la conversación se centre en los payasos, en los trapecistas, en la magia,
porque con el domador se vive la falsa dominación del miedo. Y aunque pensemos
lo que pensemos, siempre nos avergonzará reconocer después,
que durante ese momento, durante ese espectáculo
esperábamos que la bestia se rebelara.

Nos sabemos bestias,
y aunque luchemos por ser hermosos en nuestra obediencia,
La función (o espectáculo) del miedo y el valor, en nuestro propio circo
siempre querremos representarla.

No es algo distinto, lo que sucede con el Narco,
pues también nos inquieta su ornamenta, su actitud,
nos impresiona su agilidad, su imponente figura, etc.
Y aunque el circo legal nos trate de orillar al extremo de un borde,
del Narco exaltamos sus escapes, alardeamos con sus ropas,
ensalzamos y consumimos sus frutos.

Brincamos de extremos, según creemos, entre el Narco
y los celadores del orden, pero aquí tampoco hay discordia.

Vivimos la falsa dominación del narco, los vemos hermosos cubiertos de oro,
esperando que gane aquí también la naturaleza.

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