martes, septiembre 26, 2006

Resistencia

Decidí dejarme llevar por la corriente, no oponer la menor resistencia al destino, como quiera que se presentase. Nada de lo que me había ocurrido hasta entonces había bastado para destruirme; nada había quedado destruido, salvo mis falsas ilusiones. Yo estaba intacto. El mundo estaba intacto. Mañana podría haber una revolución, una peste, un terremoto; mañana podría no quedar ni un alma a la que recurrir en busca de compasión, ayuda, fe. Me parecía que la gran calamidad ya se había manifestado, que no podía estar más auténticamente solo que en aquel preciso momento. Tomé la determinación de no aferrarme a nada, no esperar nada, vivir en adelante como un animal, un depredador, un pirata, un saqueador. Aun cuando se declarara la guerra, y me tocase ir, agarraría la bayoneta y la hundiría, la hundiría hasta el puño. Y si la orden del día era violar, violaría con furia. En aquel preciso momento, en el tranquilo amanecer de un nuevo día, ¿acaso no era la tierra presa de vértigo ante el crimen y la miseria?¿acaso había resultado transformado un solo elemento de la naturaleza, transformado vital, fundamentalmente, por la marcha incesante de la Historia? Pura y simplemente, el hombre se ha visto traicionado pro lo que llama la parte mejor de su naturaleza. En los límites extremos de su ser espiritual el hombre se ha vuelto a encontrar desnudo como un salvaje. Cuando encuentra a dios, por así decir, ha quedado despojado: es un esqueleto. Hay que excavar de nuevo en la vida para echar carne, el verbo ha de hacerse carne; el alma está sedienta. Me abalanzaré sobre cualquier migaja en que clave los ojos y la devoraré. Si vivir es lo primordial, entonces viviré, aun cuando deba volverme un caníbal. Hasta ahora he procurado salvar mi preciosa piel, he procurado preservar los pocos pedazos de carne que me cubren los huesos. Eso se acabó. He llegado al límite de la resistencia. Estoy de espaldas contra la pared; no puedo retroceder más. Por lo que se refiere a la historia, estoy muerto. Si hay algo más allá, tendré que reaccionar. Sólo estoy muerto espiritualmente. Físicamente estoy vivo. Moralmente, soy libre. El mundo que he abandonado es una casa de fieras. Amanece sobre un mundo nuevo, una jungla por la que vagan espíritus flacos y de garras aguzadas. Si soy una hiena, soy una hiena flaca y hambrienta: salgo de caza para engordar.

Miller

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