Entregado al sentimiento,
un aterrado mounstro se está gestando,
cuando la pasión conduce a las criaturas
tiene como fin el derrame natural.
Las voces que antes le callaban
acaban de arrojarse en protesta suicida,
han hecho las paces
mi dios y mi demonio.
Después de eso,
quién logra atrapar
las diferencias a muerte
que le empujaban a destruirse?
Es como volverse daltónico
por decisión propia,
o como bajarse los calzones
para ahuyentar a los malandros.
El deseo por el conocimiento
se ha mantenido brillando por siglos,
y así como en la religión: el dios quedó olvidado,
la devoción es ahora para su intermediario:
la conexión, el brillo.