Últimamente
mi cabeza lleva un bajeo lúcido
que no me deja dormir,
llevo noches, incluso días oyéndolo,
me lo escondo, hago como si nada,
inerte, nada me desconcentra -pienso para mí-
es un ritmo que me vuelve cómica,
o al menos me hace pensarme así.
Intenté hacérmelo mi propia banda sonora,
pero todo lo que salía de mi boca,
se traducía en un autoaniquilamiento verbal,
el sentido se perdía en la distancia
entre lo que yo quería mostrar
y aquel distintivo sonido.
Se estiraba o encogía, qué sé yo.
Se movía.
Después quise acomodarme
a su cadencia, hacerme un huequito entre sus notas,
dejar que me llevaran,
que me mostraran los pasos por bailar,
pero si yo iba rápido se volvía lento,
si él iba lento, yo no podía entenderlo en movimientos.
Ahora creo que anda tocando ahí
en alguna parte de mi cerebro,
porque quiere jugar conmigo
a las escondidillas,
es mi mente la que cada día
se vuelve más ingeniosa
para comenzar el debate.
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