Con el pasar más los años
se incrementa la deficiencia del lenguaje,
cada vez recuerdo menos
palabras que pudieran acercarse a describir
mis sentimientos,
y si es que cambiamos,
el lenguaje debe hacerlo también,
no podemos seguir pensándonos
en aquel vocabulario de otros,
desvistámonos de palabras,
que el cuerpo aquí es el que tiene
más cosas que decir.
La mente se nos convirtió en la celda
propia del cuerpo,
en donde llevamos el alma encerrada,
y en cada sonrisa que nos permitimos
le concedemos a nuestra prisionera
unos diminutos rayos de luz. Pero eso
es todo.
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