Tu tiempo
le pidió raite al viento,
y los dos en motocicleta
se despidieron
volteando 3/4 hacia atrás.
En este pueblo polvoriento
no queda más
que la silla eléctrica de la esperanza,
electroshocks que fuerzan a decidir
por no oscilar entre luz u oscuridad.
La muerte
montada a caballo te persigue,
como torero que desde lo alto
prepara la estocada al animal.
Es fácil reconocerte
debajo de esa bolsa de carne
que camuflajea tu bombeante rojo natural.
Después de ti,
serás una desgracia o pura bondad,
pero jamás se cuestionará
si tales adjetivos aluden
a una situación o a una persona,
las cabezas solamente asentirán.
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