Por aquello que decían tus ojos,
por lo que me hiciste ver en el desierto,
me hiciste cómplice de tus silencios,
jugamos el juego
de pensar sólo con dilemas,
escuchamos música y cerramos los oídos,
los momentos pasaron lento,
a decir verdad,
era yo quien los estaba reteniendo,
nos hablábamos al oído
y tu voz era como en mis sueños,
te había visto antes sentado sobre una nube,
despidiéndote de mí soltabas mis dedos,
me arrojaste un beso
que me golpeó la frente,
te alejaste de mi volando,
gritando que era muy valiente
el hecho de que yo permaneciera
en aquel desierto bosque de posibilidades.
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