¿Será que tú eres lo que soñé?,
¿que mi fantasía descansa en ti?,
y es que siempre
trato de leer tu mirada,
y ésta nunca me dice nada,
y sabes por qué?,
habla un idioma que desconozco,
pero que me atrapa,
me encarcela, me hace presa,
tras los barrotes de la confusión,
y me hace admirarte como a un Dios,
lo cual es un tanto irónico,
si lo que soñé
fue que eras el demonio,
y yo, ansiosa,
abría mis piernas exitada,
pensando que eras tú,
que al fin te había encontrado.
Quise pedirte que me tomaras,
pero fue tal mi impresión,
que ninguna palabra pude articular.
Cada vez,
se hacía mas exitante pensar que pasaría,
que de un momento a otro,
me harías tuya
con esa sonrisa que te caracteriza,
y todos los juegos malvados que conoces
los usarías conmigo.
Desde esa noche no he dejado
de despertar con antojos de ti,
de tu rostro, de tus ojos,
de tu serenidad,
de tu cuerpo,
de tu sonrisa o de tus palabras.
Permíteme,
te lo ruego,
soñarte de nuevo,
esta vez quiero terminar
lo que no concluimos,
no me dejes así;
te suplico me dejes probarte,
si sólo con soñarte una vez
te convertiste en inolvidable,
quisiera cerciorarme
si debo luchar
por romper con ese sueño,
y traerte a mi presente.
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